Adultos mayores solitarios en el país
Este grupo etario es muy susceptible a problemas depresivos derivados de su exclusión y enfermedades largas.
La Organización Mundial de la Salud ha advertido que el estigma es una de las barreras para tratar de sortear las conductas suicidas en adultos mayores y señala la necesidad de tender manos al grupo de riesgo, de escuchar a quienes sufren la pérdida de un ser querido y, en el caso de los adultos mayores, atender sus problemas de soledad, económicos, de exclusión y enfermedades largas y dolorosas.
Un estudio de la Fundación Míranos, con datos de defunciones del Ministerio de Salud desde 2002 hasta 2016, indicó que entre las personas mayores el suicidio había crecido sostenidamente y que después de los 80 años existe una alta tasa de mortalidad por esta causa. Esta llegaba a 14 casos por cada 100 mil habitantes, con mayor prevalencia en el género masculino, entre los que tienen una fuerte incidencia factores que se potencian, como soledad, problemas económicos, depresiones y enfermedades.
Se estima que cerca de 65.000 personas de todas las edades se quitan la vida cada año en América. Hay aspectos que lo hacen especialmente trágico, como el grave sufrimiento emocional de quien se quita la vida y los sentimientos de pérdida, abandono o culpa de los familiares y amigos que quedan atrás. América tienen una tasa de suicidio de 7,3 por cada 100.000 habitantes, que en todo caso es menor que el promedio mundial, de 11,4 por 100.000. Sin embargo, Chile y Uruguay aparecen con altas cifras en el continente. Esta es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 10 a 24 años, aunque los adultos mayores de 70 años son los que tienen más probabilidad de atentar contra su vida.
Las investigaciones académicas y clínicas en el país revelan que mientras más austral es la región, más alta es la tasa. Se cree que en esta variable geográfica operan cambios de luminosidad, problemas para acceder a centros de salud mental, junto a factores de alcohol y drogas. La prevalencia en hombres es más alta que en mujeres, pues tienen menos capacidad para sublimar depresiones y angustias, y son más reticentes a consultar un especialista, por vergüenza.
Con frecuencia se dice que en Chile no existe una cultura de respeto por los problemas de salud mental, cuestión que debería cambiar, a juzgar por el incremento de los suicidios. Hay una estrecha relación entre depresiones y suicidios, y se debe considerar que dos de cada diez chilenos ha pasado por alguna situación depresiva en su vida.