Cada año, 2.500 millones de metros cúbicos de agua fluyen por el río Ñuble, perdiéndose en el océano, mientras nuestras tierras claman por riego. Esta realidad está a punto de cambiar con el embalse Nueva La Punilla, una oportunidad para reescribir el futuro agrícola y económico de Ñuble.
Tras tres inviernos de espera, las dudas sobre el embalse se han despejado. La autoridad ha reafirmado su compromiso, aumentando la inversión inicial en 250 millones de dólares, elevando el total a 620 millones. Este respaldo asegura la construcción y mantiene las características clave: una capacidad de 540 millones de metros cúbicos y la apertura de la oferta económica en enero de 2025.
El río vuelve a su cauce, y con él, la esperanza. Siete empresas siguen interesadas en la construcción, mientras el gobierno ajusta detalles con el Ministerio de Hacienda sobre el subsidio para la construcción y operación. Un factor clave será la incorporación de la generación de energía eléctrica, cuyas ganancias podrían ayudar a amortizar la inversión. Se emitirá una circular aclaratoria, pero el riesgo es que este proceso pueda dilatarse.
El embalse Nueva La Punilla no es un lujo, es una necesidad urgente. Los beneficios son claros: 60.000 hectáreas asegurarán su riego y 7.100 nuevas hectáreas se sumarán al potencial agrícola. Con riego garantizado, los agricultores podrán optar por cultivos más rentables, generando empleos. La construcción del embalse creará 9.800 puestos de trabajo, y la mayor superficie regada añadirá 10.000 empleos en el sector agrícola, mitigando el desempleo que afecta a más de 25.000 personas en la región.
La agricultura genera 19 veces más empleo que la minería con los mismos niveles de inversión. Esto es clave para entender por qué La Punilla es esencial para Ñuble. Su construcción no solo traerá progreso económico, sino que también será crucial para enfrentar los efectos del cambio climático, con un déficit hídrico creciente de 5 mm por año.
Los beneficiarios directos serán 5.000 regantes, dos tercios de los cuales son pequeños agricultores que cultivan menos de 12 hectáreas. Ellos sentirán el mayor alivio cuando el agua garantice la sostenibilidad de sus tierras.
No podemos permitir que la burocracia siga retrasando este proyecto. Si bien la circular sobre la generación eléctrica es necesaria, el riesgo de una nueva demora está presente. Hoy, más que nunca, hay consenso sobre la importancia de este proyecto. Tanto el gobierno como el sector privado coinciden en que La Punilla debe materializarse lo antes posible.
Ñuble no puede permitirse más retrasos. Este embalse no es solo infraestructura, es un salvavidas para miles de familias que dependen de la agricultura. Si queremos un futuro donde nuestras tierras sigan siendo productivas y nuestras comunidades prosperen, debemos actuar hoy. El agua del río Ñuble puede ser la clave para desatar ese futuro o dejarlo a la deriva, una vez más.
Ricardo Salman Aburdene,
past president CChC Ñuble