En el mes que se conmemora el Día Internacional de los Derechos del Niño, creo importante reflexionar sobre la responsabilidad ineludible que como sociedad tenemos de garantizar el bienestar y desarrollo integral de niños, niñas y adolescentes.
Esta fecha nos recuerda el compromiso que asumimos al suscribir la Convención sobre los Derechos del Niño y la deuda histórica que aún persiste en su total implementación. Los niños y niñas son sujetos de derechos, no receptores de asistencia. Esto significa asegurar no solo su protección frente a la violencia, el abandono o el abuso, sino también el acceso efectivo a educación de calidad, salud integral y espacios seguros que fomenten su desarrollo físico, emocional y social.
Sobre estas materias nos queda mucho por avanzar. En Chile, miles de niños viven en condiciones de vulnerabilidad, expuestos a riesgos que condicionan su futuro y limitan sus posibilidades de desarrollo pleno. Es nuestro deber ético fortalecer nuestras políticas públicas para que los niños estén en el centro de las prioridades nacionales.
La prevención debe ser nuestra principal estrategia: apoyar a las familias, empoderar comunidades y garantizar que ningún niño quede fuera de las redes de protección y cuidado. En este sentido, el desafío es colectivo, abarcando desde el Estado hasta el sector privado, organizaciones sociales y cada ciudadano.
Como exdirectora del Servicio Nacional de Menores, fui testigo directo de las luchas y esperanzas de nuestros niños más vulnerables. Escuché sus voces y lo que nos piden es dignidad, no discriminación, y quizás lo más importante una sonrisa, un espacio en donde se sientan parte, donde sean escuchados y donde les permitamos ser niños.
Necesitamos una sociedad que no les dé la espalda, que les reconozca y les respete. Hoy, más que nunca, debemos responder a este llamado con acciones concretas y sostenidas en el tiempo. Los derechos de los niños no son un tema de un día, sino de todos los días. La inversión en su presente es la construcción de un Chile más equitativo, más humano y más digno para todos.
Rosario Martínez Marín,
directora del Observatorio Social Universidad del Alba