Estudio sobre Ancestros de perezosos remece tesis del poblamiento americano
HALLAZGO. Investigación da cuenta de que sus huesos eran usados e intervenidos para emplearlos como decoración y otros accesorios. Las piezas son de una data mayor a la que se estimaba como la fecha de la presencia humana en el continente.
Agencia AP
Los perezosos no siempre fueron animales peludos y lentos que vivían en los árboles. Sus ancestros prehistóricos pesaban hasta 4 toneladas y, cuando se asustaban, blandían garras gigantescas.
Por mucho tiempo, los científicos creyeron que los primeros humanos que llegaron a América cazaron a estos perezosos terrestres gigantes y a otros animales enormes como los mastodontes, tigres dientes de sable y lobos que alguna vez deambularon por Norte y Sudamérica. Sin embargo, nuevas investigaciones empiezan a sugerir que llegaron tal vez mucho antes de lo que se creía y pudieron haber compartido con bestias enormes por milenios.
"Existía la idea de que los humanos llegaron y acabaron con todo muy rápidamente, a lo que se denomina 'exceso de destrucción del Pleistoceno'", dijo Daniel Odess, arqueólogo del Parque Nacional White Sands, en Nuevo México. Pero nuevos descubrimientos sugieren que "los humanos coexistieron con estos animales durante al menos 10.000 años sin provocar su extinción".
Algunas de las pistas prometedoras provienen de Santa Elina, un sitio arqueológico en el centro de Brasil, donde los huesos de perezosos terrestres gigantes muestran signos de haber sido manipulados por humanos.
Perezosos terrestres como estos vivieron desde Alaska hasta Argentina, y algunas especies tenían osteodermos -estructuras óseas parecidas a las placas de los armadillos modernos- en su lomo, las cuales quizá fueron utilizadas para hacer decoraciones.
En un laboratorio de la Universidad de São Paulo, la investigadora Mírian Pacheco sostiene un fósil de perezoso redondo del tamaño de una moneda. Señala que su superficie es sorprendentemente suave, los bordes parecen haber sido pulidos de forma deliberada y hay un pequeño agujero en un borde.
"Creemos que fue alterado intencionalmente y utilizado por personas de la antigüedad como joyería o adorno", dijo. Estos artefactos de Santa Elina tienen 27.000 años -esto es más de 10.000 años antes de lo que los científicos pensaban que los humanos llegaron a América.
La investigación de Pacheco sugiere que las personas tallaban "huesos frescos" poco después de que el animal muriera.
Sus hallazgos, junto a otros descubrimientos recientes, podrían ayudar a reescribir la historia de cuándo llegaron los humanos a América y el efecto que tuvieron en el medio ambiente que encontraron. "Todavía hay un debate enorme", dijo Pacheco. La experta alude a Clovis, un sitio en Nuevo México donde los arqueólogos en 1920 y 1930 encontraron puntas de proyectil y artefactos que datan de hace entre 11.000 y 13.000 años. Esta fecha coincide con el final de la última glaciación, una época en la que probablemente surgió un corredor libre de hielo en Norteamérica, lo que dio lugar a una idea sobre cómo los primeros humanos se trasladaron al continente tras cruzar el puente terrestre de Bering desde Asia.
Y como el registro fósil muestra que el declive generalizado de la megafauna americana comenzó en esa época -Norteamérica perdió al 70% de sus grandes mamíferos y Sudamérica a más del 80%-, muchos investigadores plantearon la hipótesis de que la llegada de los humanos condujo a extinciones masivas.
"Fue una buena historia durante un tiempo, cuando toda la cronología coincidía", dijo Briana Pobiner, paleoantropóloga del Programa Orígenes Humanos del Instituto Smithsonian. "Pero en realidad ya no funciona tan bien".
En los últimos 30 años, nuevos métodos de investigación, el examen de más sitios arqueológicos y la inclusión de académicos más diversos de todo el continente han trastocado la vieja narrativa y han planteado nuevas preguntas, las que se han profundizado con las pistas arrojadas por la intervención de los huesos de perezosos.
El primer sitio que se aceptó ampliamente como más antiguo que Clovis está en Monte Verde, Chile.
Enterrado bajo un pantano de turba, los investigadores descubrieron herramientas de piedra de 14.500 años de antigüedad, trozos preservados de pieles de animales y varias plantas comestibles y medicinales.
"Monte Verde fue una sorpresa. Estás aquí en el fin del mundo, con todo este material orgánico preservado", dijo Tom Dillehay, arqueólogo de la Universidad de Vanderbilt.
Otros sitios arqueológicos sugieren fechas incluso más tempranas para la presencia humana en América, como Arroyo del Vizcaíno, en Uruguay, donde los investigadores estudian "marcas de corte" aparentes hechas por el hombre en huesos de animales que datan de hace 30.000 años. Dan Odess, arqueólogo de White Sands, manifestó que espera y recibe con gusto esos desafíos. "No nos propusimos encontrar lo más antiguo de nada. Simplemente seguimos la evidencia a donde nos lleve", agregó.