Existe un refrán popular antiguo que dice: "En tiempo de crisis, unos lloran y otros venden pañuelos", una expresión que refleja la capacidad de algunas personas para encontrar oportunidades en circunstancias adversas. Este refrán cobra relevancia al analizar el reciente anuncio del gobierno de Estados Unidos de aumentar las tasas arancelarias a todos los productos que ingresan al gigante del norte desde más de 180 naciones, incluida Chile.
Este incremento en las tarifas arancelarias tiene implicancias directas en todos nuestros productos que se comercializan en el mercado estadounidense. En el caso de Chile, nos ha tocado la cuota mínima del 10%, lo que se traduce en un impuesto adicional a nuestras exportaciones, colocando en riesgo nuestra competitividad en un mercado altamente demandante y, a veces, implacable, como es el de Estados Unidos.
Entendemos que cuando la principal economía mundial establece estas medidas, con impactos que se extienden incluso a economías de primer orden, las consecuencias no se limitan al territorio estadounidense; son globales. Sin duda, esta no es una buena noticia para Chile, un país que durante décadas ha basado su desarrollo y crecimiento en una economía abierta al mundo. Como nación, dependemos de relaciones comerciales fluidas y de una constante interacción con los mercados internacionales, por lo que, inevitablemente, estas nuevas políticas tendrán repercusiones.
Particularmente en el sector construcción, la situación es preocupante. Chile ha atravesado una década de bajo crecimiento económico, con un sector de la construcción que, en términos de inversión, ha estado prácticamente estancado. La construcción es uno de los motores claves de nuestra economía, y si se agrega la incertidumbre generada por las nuevas medidas arancelarias, los desafíos aumentan. Las empresas del rubro no solo deben lidiar con la competencia interna y los costos crecientes, sino que ahora deben enfrentar un panorama externo más complejo.
No obstante, en medio de esta incertidumbre, es importante no caer en la desesperación ni generar expectativas excesivamente pesimistas. A medida que las nuevas políticas se implementen, es necesario seguir analizando los escenarios y evaluar el impacto real que tendrán en el país.
El desafío que enfrentamos puede ser la ocasión perfecta para revisar y reorganizar nuestra relación comercial con Estados Unidos. En lugar de lamentarnos, debemos ver este cambio como una oportunidad para generar una relación más sólida y beneficiosa a largo plazo. No es tiempo de centrarnos en intereses individuales ni en beneficios políticos; lo que está en juego es el bienestar y el futuro de nuestra nación.
Desde la Cámara Chilena de la Construcción en Ñuble, hacemos un llamado a la calma y a la unidad. Es hora de mirar hacia adelante con seriedad y optimismo, para que, de esta adversidad, surjan oportunidades de crecimiento y prosperidad para todos.
Sebastián Godoy Bustos,
presidente CChC Ñuble